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Te invito a que te des un garbeo por este territorio fronterizo, donde encontrarás algunas cosillas mías, las de otros y tal vez algunas tuyas, si quieres. Además, también iré colgando algunas de las cosas que despierten mi curiosidad, confirmen o desafíen mi pensamiento y mis creencias, o me generen algún cosquilleoCuando te apetezca acompañarme, ten a mano los auriculares, sobretodo si quieres escuchar bien los mélanges (sorry, pero en ese tema no he aprendido nada nuevo). Y si no visualizas bien la página, cambia la resolución de tu pantalla a 1280 x 1024. Hala pues!, sírvete un drink, unas almendritas o prende un cigarrillo, y pincha el gadget, que esto despega ya...
30 abril 2013
22 abril 2013
Anna escribe esta anécdota de viaje:
"Era verano, nos
dirigíamos a Zanzíbar en un vuelo charter directo y económico. El avión
era enorme, habían tres hileras de asientos, una central de cuatro pasajeros y
dos laterales de tres. Nosotros nos toco la hilera lateral de tres. Yo iba
sentada en el centro, mi ex- pareja a mi izquierda, y a mi derecha un chico
bajito, de unos treinta y pico que miraba constantemente por la ventana.
Después de tres horas de vuelo, nos cogió hambre, y aquello que dicen"
mujer prevenida vale por dos", en mi caso se cumple. Siempre viajo con
sobres de embutidos ibéricos cerrados al vacío, vaya donde vaya.
Pues bien cogí un sobre
de Jabugo y uno de caña de lomo, saqué tostadas, servilletas y lo primero
que hice fue ofrecerle al chico que tenía a mi lado.
20 abril 2013
15 abril 2013
Aquí te dejo un mélange de lo que he pillado aquí y allá
sobre el libro del filósofo Byung-Chul Han La
sociedad del cansancio (y que, por cierto, no he leído). Al final encontrarás
un link al capítulo titulado La violencia
neuronal.
La sociedad del cansancio
Byung-Chul
Han afirma que la sociedad occidental está sufriendo un silencioso
cambio de paradigma: el exceso de positividad está conduciendo a una sociedad
del cansancio y esa es la causa de todas
las enfermedades neuronales.
Este filósofo surcoreano afincado en Alemania señala, al
contrario que Foucault, que no vivimos en una sociedad disciplinaria de
“hospitales, psiquiátricos, cárceles, cuarteles y fábricas” sino en una
sociedad del rendimiento llena de “gimnasios, torres de oficinas, bancos,
aviones, grandes centros comerciales y laboratorios genéticos”. A
la sociedad disciplinaria foucaultiana le regía el no y su negatividad generaba locos y criminales. Por el
contrario, la sociedad del rendimiento y el multitasking,
esa que ha acuñado el eslogan Yes We Can,
produce individuos agotados, fracasados y depresivos. La positividad del poder es mucho más
eficiente que la negatividad del deber. El lamento del individuo depresivo, “Nada es posible”, solamente puede
manifestarse dentro de una sociedad que cree que “Nada es imposible”. No-poder-poder-más conduce a un
destructivo reproche de sí mismo y a la autoagresión. Quizá lo diga porque en
Corea del Sur se suicidan por suspender exámenes.
Según
el autor, la resistencia solo es posible en relación con la coacción externa.
La explotación a la que uno mismo se somete es mucho peor que la externa, ya
que se ayuda del sentimiento de libertad. Esta forma de explotación resulta,
asimismo, mucho más eficiente y productiva debido a que el individuo decide
voluntariamente explotarse a sí mismo hasta la extenuación. Resulta muy difícil
revelarse cuando víctima y verdugo, explotador y explotado, son la misma persona.